El tratamiento, orientado a controlar los niveles de hormona tiroidea, varía de acuerdo con la causa, la gravedad de los síntomas, la presencia de otras enfermedades y el compromiso del estado general de la persona.
En todos los casos, debe ser prescrito por el médico tratante, previo análisis conjunto de los efectos, los beneficios y los riesgos de las terapias disponibles.