Los objetivos del tratamiento incluyen detener el sangrado, mitigar el daño de los tejidos, cerrar la herida y evitar las infecciones sobreagregadas.
En términos generales, las heridas pequeñas pueden manejarse en casa, sin intervención de un profesional de la salud, mediante lavado con agua y jabón, realización de presión para detener el sangrado y oclusión con gasa o vendaje limpio para evitar las infecciones sobreagregadas.
Las heridas grandes o complicadas pueden requerir una intervención mayor, por lo que deben ser remitidas al servicio de urgencias, previa contención del sangrado y estabilización del paciente, hasta donde sea posible.