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Efectos de una separación de padres

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En los países occidentales cada vez son más frecuentes los divorcios y las separaciones de las parejas y esto hace que sea necesario plantear nuevas alternativas en el mundo de la psicología infantil para ayudar a los menores a afrontar de la mejor manera posible esta situación.

Aunque es una situación difícil de manejar, los padres pueden ir preparando el terreno para comunicar a sus hijos sobre la decisión de no seguir viviendo juntos, de tal forma que puedan entender sus razones y no sentir que van a quedar desamparados.

Las parejas como tal no están condenadas a permanecer juntas durante toda la vida, especialmente cuando tienen diferencias irreconciliables, pero sí es su obligación educar y seguir respondiendo por sus hijos mientras estos sean menores de edad.

¿Qué consecuencias puede traer en los hijos la separación de los padres?

Las separaciones son especialmente traumáticas para los menores que se encuentran entre los 2 y 5 años de edad, quienes reaccionan con comportamientos anormales debido a la preocupación y angustia que les genera el estar lejos de alguno de sus progenitores.

Una de estas manifestaciones suele ser de tipo hipocondriaco, por lo que el menor comienza a llamar la atención expresando trastornos corporales como dolor de cabeza, vómitos, pérdida de apetito o problemas dermatológicos.

También suelen presentarse reacciones que reflejan la angustia que vive el infante como el miedo a estar solo, insomnio, terror nocturno y a veces éstas van acompañadas de rabietas y trastornos de comportamiento.

La persona a cargo del niño debe estar muy atenta de la conducta de éste ya que pueden presentarse regresiones como volver al biberón, utilizar chupo o nuevamente orinarse en la cama.

Así mismo es frecuente que el niño reclame más cariño queriendo estar todo el tiempo al lado de la madre o, por el contrario, llamando su atención por medio de agresiones o convirtiéndose en un ser hiperactivo.

En los hijos que se encuentran en edades entre 5 y 9 años es posible que se presenten comportamientos similares a los anteriores pero acompañados de sentimientos de tristeza o de culpa, por lo cual ellos tratan de insistir para que la relación de los padres vuelva a su condición anterior.

En éstos menores su estado interior puede reflejarse con tristeza y llanto, disminuyendo su autoestima, presentando bajo rendimiento escolar, hiperactividad, agresividad y muchas veces idealizando al padre o madre ausente.

A partir de los 9 años y hasta que entran a la adolescencia los hijos de padres separados tienden a asumir una actitud rebelde en la que expresan intensa ira contra uno o ambos progenitores y adoptan una conducta antisocial, a esto se debe se debe prestar mucha atención porque es fácil que intenten acercarse al alcohol o las drogas como una forma de evadir la realidad.

Algunos menores reaccionan con exceso de madurez tratando de respaldar a la madre que sufre y asumiendo el rol del padre, lo cual podría parecer muy bueno, pero resulta contraproducente ocasionando trastornos psicológicos a futuro ya que niño deja de vivir una etapa que es fundamental en su vida.

Las manifestaciones de agresividad, hiperactividad y bajo rendimiento escolar pueden darse en cualquiera de estas edades y la mejor forma de darles solución es que los padres dialoguen con ellos, preferiblemente de manera conjunta, para que entiendan que ellos no deben sentirse culpables ya que es normal que dos personas decidan no permanecer juntas, pero que eso no significa abandono ni desprotección hacia ellos.

Algo que debe ser resuelto de la manera más razonable posible es el tema de las visitas del padre ausente debido a que generalmente la custodia de los menores es entregada a la madre y estas pueden alimentar un sentimiento negativo hacia el padre, lo cual conlleva a que sea rechazado o que lo hijos lo perciban como a alguien ajeno y, en gran parte, culpable de todo lo que les sucede y por tanto no quieran compartir su tiempo con él.

Lo ideal es que el menor pueda estar con sus padres cada vez que los necesite y no solo cuando lo haya dictaminado un juez, así su actitud y comportamiento serán más fáciles de manejar.

Un  consejo muy útil es no pelear delante de sus hijos ni desautorizarse mutuamente, se deber tener siempre presente que la relación de pareja puede haber fracasado y terminar, pero la función como padres nunca finaliza.

En cualquier caso se debe procurar un diálogo abierto y sincero y una separación consensuada y amigable para evitar enviar mensajes contradictorios al niño, además se debe tener en cuenta que lo verdaderamente importante no es la cantidad sino la calidad de los momentos que el pequeño comparte con sus  progenitores para que sienta que ambos padres son importantes para su vida y que ambos lo aman y se interesan por su bienestar.

Véase también:

Fuentes consultadas:

  1. Hijos de padres separados, Alejandra Vallejo Nájera. Ed. Temas de hoy.
  2. Efectos de la separación matrimonial en los niños. Isabel Menéndez Benavente. Clínica de psicología, Gijón, España

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