La mayoría de casos mejora de manera espontánea con dieta astringente y reposición de líquidos y electrolitos administrados por vía oral.
Cuando se acompaña de vómito persistente puede ser necesaria la administración de líquidos por vía intravenosa y en algunos casos, la hospitalización de la persona.
Ante la persistencia de los síntomas debe consultarse al médico de cabecera para analizar la necesidad de administrar antibióticos u otros medicamentos de prescripción médica.