La manifestación clásica de la enfermedad coronaria es la angina de pecho, síntoma descrito por los pacientes como dolor, opresión, sensación de quemadura o ardor en el tórax, en ocasiones irradiado a los brazos, al cuello, la mandíbula, la espalda o el abdomen y asociado en algunos casos con dificultad para respirar, fatiga o sensación de “falta de aire”, que pueden presentarse durante la actividad o en reposo.
Existen diferentes tipos de angina de pecho, a saber:
- Angina estable: es el tipo más común. Por lo general, ocurre durante la actividad o el esfuerzo y desaparece con el descanso o con medicamentos prescritos para el tratamiento de esta condición. Otros factores desencadenantes son exposición al frio, actividad sexual, ansiedad o estrés.
- Angina inestable: Puede producirse en actividad o en reposo. El dolor no desaparece con el descanso ni con la toma de medicamentos utilizados para el tratamiento de esta condición. Si el flujo sanguíneo no mejora, el corazón se queda sin oxígeno y se produce un ataque cardíaco.
Es peligrosa y requiere tratamiento de urgencia, por lo que debe considerarse una emergencia médica que puede progresar a un ataque cardiaco y la muerte de la persona.
- Angina variante: A diferencia de las dos anteriores que se producen por una obstrucción de las arterias coronarias, aparece como consecuencia de un espasmo o contracción temporal de dichos vasos. Suele aparecer en reposo, especialmente durante la noche y mejorar de forma espontánea o con medicamentos para la angina de pecho.
Cuando se produce el bloqueo completo de una arteria coronaria se produce un infarto agudo al miocardio, cuyos síntomas incluyen sensación de opresión, dolor en el pecho y en los hombros o brazos, falta de aire y sudoración. En las mujeres pueden aparecer síntomas menos comunes, como dolor de cuello o mandíbula, náuseas y sensación de fatiga.