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Nuevos sistemas de monitorización de glucosa en pediatría

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La diabetes más común en pediatría es la diabetes tipo 1 (también llamada juvenil o de inicio en la infancia), que se caracteriza por la producción deficiente de insulina y requiere la administración diaria de esta hormona.
La diabetes juvenil no se puede prevenir y se desconoce cuáles puedan ser sus causas, por lo cual se debe estar muy atento a sus síntomas, que consisten en emisión excesiva de orina, sed, hambre constante, pérdida de peso, trastornos visuales y cansancio, entre otros, los cuales pueden aparecer de manera súbita.

También existe la diabetes de tipo 2 (conocida también como no insulinodependiente) que representa el 90% de los casos mundiales y hasta hace poco solo se observaba en adultos, pero ahora se ha empezado a manifestar en los niños, según ha confirmado la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Esta situación ha alertado a las autoridades de salud en todos los países, ya que se ha constatado un aumento del número de casos notificados de diabetes de tipo 2 en niños y  adolescentes, hasta el punto de que en algunos países la diabetes de tipo 2 es la que más se registra entre los niños afectados por esta condición.

La diabetes tipo 2 se origina en gran medida por la inactividad física y el sobrepeso y sus síntomas suelen ser similares a los de la diabetes juvenil, pero generalmente son menos intensos, y por esta razón usualmente se diagnóstica después de varios años de evolución, cuando ya  empiezan a aparecer las complicaciones como la retinopatía (que afecta la visión), la cardiopatía (que afecta el corazón) y los daños a nivel renal y vascular.

Nuevos sistemas de monitoreo

Para evitar estas complicaciones es muy importante realizar un monitoreo permanente de los niveles de glucosa en sangre y para esto se cuenta con diversas opciones que incluyen la medición capilar tradicional y los nuevos métodos de medición de la glucemia los cuales han presentado un gran avance en la última década con la aparición de los sistemas de monitorización continua de la glucosa (SMCG) que miden los niveles de glucosa en el líquido intersticial que ofrecen información sobre patrones y tendencias de los niveles de la glicemia.

Debido al gran desarrollo y amplio uso de estos sistemas en la práctica clínica, especialmente en pediatría, la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica ha elaborado un documento de consenso para su indicación y uso en la edad pediátrica que presentamos a continuación como una breve GUIA para los padres con inquietudes y  preguntas sobre este tipo de sistemas.

¿En qué consiste el  sistema de monitorización continua de glucosa?

La monitorización continua de la glucosa consiste en la medición de forma continuada de la glucosa en el espacio intersticial a través de sensores específicos.

Los sensores de glucosa trabajan sobre el principio de correlación entre la concentración de glucosa intersticial y capilar y, a diferencia del control de la glucemia capilar, permiten conocer el perfil glicémico de un paciente durante las 24 horas del día, aportando información sobre las fluctuaciones de los niveles de glucosa, especialmente durante la noche.

¿Cómo y dónde se deben insertar los dispositivos?

Los sistemas funcionan a través de un micro electrodo o sensor estéril, desechable que tiene una vida media de entre 6 y 7 días y que es implantado en el tejido subcutáneo.

El tamaño del sensor es un punto clave para su uso en pediatría ya se trata de un micro sensor muy pequeño y de fácil inserción.

La zona de colocación del sensor es el tejido subcutáneo del abdomen, nalga, cara anterior del muslo y brazos. En niños pequeños o en los pacientes que son muy delgados, la inserción en el abdomen podría ser incomoda y  incómoda y no asegura una buena colocación dada la escasez de tejido subcutáneo a este nivel.

¿Quiénes lo pueden utilizar?

Lo pueden usar pacientes con diabetes del tipo 1 y 2 que deseen tener mayor control sobre la glucosa para mejorar su salud y calidad de vida.

Los pacientes que presentas hipoglucemias inadvertidas, nocturnas o graves, así como aquellos que presentan gran variabilidad en las mediciones de glicemia independientemente de los nivel de hemoglobina glicosilada (HbA1c).

Adicionalmente favorece de forma especial a los pacientes con niveles de HbA1c persistentemente elevados a pesar de recibir terapia intensiva con insulina.

No hay duda que la diabetes es una enfermedad peligrosa que -según registros de la OMS- afecta a más de 347 millones de personas en el mundo y genera cerca de 3,5 millones de muertes al año, de las cuales más del 80%  se da en países de ingresos bajos y medios y casi la mitad de estas corresponden a personas menores de 70 años y el 55% son mujeres.

La Organización prevé que entre el 2005 y el 2030 estos porcentajes se hayan duplicado, por lo cual recomienda a todas las personas tener una dieta saludable,  actividad física regular, mantener un peso corporal normal y evitar el consumo de tabaco, lo cual  puede prevenir la diabetes de tipo 2 o retrasar su aparición.

Véase también:

Fuentes

  1. M. Torres Lacruza, R. Barrio Castellanosb, B. García Cuarteroc, A. Gómez Gilad, I. González Casadoe, F. Hermoso Lópezf, C. Luzuriaga Tomásg,M. Oyarzabal Irigoyenh, I. Rica Etxebarriai y M. Rodríguez Rigualj, grupo de Trabajo de Diabetes Pediátrica de la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica
  2. OMS  http://www.who.int/features/qa/65/es/