El asma es una enfermedad crónica de las vías respiratorias, que hace que estas se estrechen, se inflamen y se bloqueen, dificultando la respiración.
Adicionalmente, con el asma se presenta una hipersensibilidad en las vías aéreas que aumenta la reacción de la persona ante alergias, infecciones, la humedad, el frío y el humo.
En la actualidad, se considera que el asma es producto de factores ambientales y predisposición genética, ya que se ha observado que esta enfermedad es más frecuente en personas con familiares que la padecen.
También se considera que tiene un componente alérgico porque se ha observado que los niños que padecen rinitis y otras enfermedades alérgicas, tienen una mayor posibilidad de desarrollar la enfermedad.
Los factores que provocan que el asma se desarrolle, se manifieste o se agrave, llevando al paciente a sufrir un ataque asmático, pueden variar entre personas. Algunos de los más frecuentes son:
- Elementos alérgenos en el aire como el polen, pelo de mascotas, esporas y ácaros.
- Infecciones de las vías respiratorias.
- Actividad física.
- Aire frío y cambios bruscos de temperatura.
- Humo y polución ambiental.
- Consumo activo o pasivo de tabaco.
- Angustias y emociones fuertes.
- Reflujo gastroesofágico.
- Reacción a algunos medicamentos, incluido el ácido acetilsalicílico.
Pueden distinguirse algunos tipos de asma, entre otros:
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Asma de esfuerzo: se produce al realizar actividad física.
- Asma juvenil: cuando la enfermedad solo se presenta durante la niñez y se reduce, e incluso llega a desaparecer por completo, durante la adolescencia.
- Asma nocturna: cuando la enfermedad se agrava particularmente en horas de la madrugada.
- Asma ocupacional: cuando es producida por la exposición constante a irritantes químicos y humos industriales.
- Asma alérgica: cuando se asocia a reacciones alérgicas y desaparece al evitar el contacto con el elemento que lo desencadena.
- Asma estacional: cuando se presenta en épocas específicas del año.