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Ojo seco: un problema común

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El síndrome de ojo seco, también denominado queratoconjuntivitis seca, es una de las enfermedades oculares más frecuentes y consiste en una disminución tanto de la producción de lágrimas, como de las propiedades lubricantes de éstas.
Las lágrimas son producidas por las glándulas lacrimales localizadas alrededor del ojo y por su alto contenido de agua mantienen humectada la membrana que recubre al ojo (conjuntiva);
además, tienen una importante función lubricante y protectora, ya que como contienen lípidos (grasas), forman una delgada capa sobre la superficie ocular, de modo que reducen notablemente la fricción del ojo contra los párpados al pestañear, a la vez que mantienen limpia la superficie del ojo y por efecto de arrastre, eliminan de la conjuntiva los microbios y cualquier partícula o cuerpo extraño.

Además, las lágrimas tienen sustancias antibacterianas naturales que impiden la proliferación de bacterias.

En consecuencia, las personas que sufren de ojo seco experimentan una serie de molestias que incluyen: sensación de cuerpo extraño en el ojo, ardor o sensación de resequedad oculares, enrojecimiento del ojo (debido a la irritación de la conjuntiva a consecuencia de la falta de lubricación), cansancio visual, prurito (rasquiña) en los ojo, aumento del parpadeo (como un mecanismo para tratar de estimular la producción de lágrimas).

Por otra parte, la deficiencia de lágrimas aumenta la predisposición a las infecciones (en particular, la conjuntivitis por bacterias) y a sufrir problemas de la córnea (por ejemplo, la formación de úlceras).

Diversas condiciones favorecen la aparición de ojo seco;
las más importantes son: el uso de lentes de contacto; la edad avanzada, porque al envejecer disminuye la producción de lágrimas; la deficiencia de vitamina A y ácidos grasos omega 3; ciertas enfermedades del tejido conectivo, como el síndrome de Sjögren, que consiste en un trastorno de la función de varias glándulas, entre ellas las glándulas lacrimales; la exposición de los ojos al aire cálido y seco o al viento y a la polución ambiental; las actividades que requieren de constante atención visual, como permanecer varias horas frente a una pantalla de computador; el uso de ciertos medicamentos que disminuyen la producción de lágrimas, como diuréticos, algunos antihipertensivos, antihistamínicos, antidepresivos tricíclicos y la isotretinoína (empleada para el tratamiento del acné), entre otros.

Ante la presencia de síntomas sugestivos de ojo seco es importante acudir al oftalmólogo para una valoración especializada, que permitirá identificar la causa y magnitud del problema e iniciar el tratamiento correspondiente. En la actualidad existen varias opciones de tratamiento, que incluyen el uso frecuente de lágrimas artificiales, la administración de compuestos con propiedades antiinflamatorias (como la ciclosporina), corticosteroides tópicos (en gotas oftálmicas) o estimulantes de la secreción de lágrimas (pilocarpina, cevimelina), suplementos nutricionales ricos en vitamina A y ácidos grasos omega 3 e incluso antibióticos tópicos (tetraciclinas). En estos productos, ciertas técnicas de producción, como el micronizado, disminuyen la irritabilidad ocular y permiten mejorar más rápidamente los síntomas.

Véase también:


Fuentes

  1. Bhavsar AS, Bhavsar SG, Jain SM. A review on recent advances in dry eye: Pathogenesis and management. Oman J Ophthalmol 2011; 4: 50-6.
    2. Perry HE. Dry eye disease: Pathophysiology, classification and diagnosis. Am J Manag Care 2008; 14: S79-87.
    3. Gayton JL. Etiology, prevalence, and treatment of dry eye disease. Clin Ophthalmol. 2009; 3: 405-12.
    4. Lemp MA. Management of dry eye disease. Am J Manag Care 2008; 14 (Suppl 1): S88-101.