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Riesgos de la televisión

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Durante las últimas décadas la televisión se ha convertido en el medio de comunicación y de entretenimiento más popular en casi todos los hogares del planeta debido a la variedad de programación, la inmediatez en la transmisión de información y, últimamente, con la posibilidad de interacción.

Hoy es posible acceder a una oferta de programación prácticamente infinita que nos permite vivir en tiempo real las noticias que se producen en cualquier lugar de la tierra, disfrutar las emociones de los deportes preferidos, realizar nuestras compras y pagar los servicios en los modernos televisores con conexión a internet, sin movernos de casa.

Este desarrollo tecnológico nos acerca cada vez más a los avances del siglo XXI pero igualmente genera muchos riesgos para la educación y el establecimiento de valores y altera el comportamiento de nuestros hijos.

Los psicólogos se preguntan de manera frecuente cuál puede ser la incidencia que han tenido los juegos de video y los programas violentos sobre aquellas personas alteradas que de un momento a otro deciden actuar como superhéroes propiciando matanzas en centros educativos o en establecimientos con gran concurrencia de público.

¿Cuándo la televisión puede significar un riesgo?

Se debe tener especial cuidado con los niños que son belicosos o tienen una naturaleza agresiva ya que se sienten atraídos por programas violentos en la televisión y llegan a identificarse con personajes insensibles al dolor o al sufrimiento de otros. Esto puede llevar a que gradualmente vayan aceptando la violencia como una forma de resolver sus problemas o, al contrario, puede convertirlos en personas temerosas al mundo que los rodea.

Un estudio publicado en la revista Pediatrics basado en la encuesta realizada a cerca de 1.500 padres de familia y personas responsables del cuidado de menores  indica que en Norteamérica los niños desde el día en que nacen hasta los 6 años de edad están expuestos a ver la televisión de manera “frontal” durante cerca de 80 minutos al día, lo cual podría generar consecuencias a largo plazo debido a la falta de control en la programación violenta y de contenido sexual.

La investigación sugiere que la televisión que se mantiene encendida (de fondo) pero que no está siendo observada atentamente sino de forma intermitente por los menores se convierte en un factor de distracción general que podría amenazar su capacidad de prestar atención y de ejecutar actividades que no tengan que ver con la televisión.

¿Qué tan expuestos están los niños a la televisión?

El resultado general del estudio concluye que por cada minuto que los niños ven televisión de forma directa, están expuestos a cerca de tres minutos de televisión indirecta de fondo, lo cual para este caso significa que en esos hogares los pequeños tienen la televisión de fondo alrededor de 232 minutos durante el día.

Un dato preocupante es que los bebés menores de dos años son los que tienen la mayor exposición a la televisión de fondo, con un promedio de 5.5 horas al día, debido a que sus padres mantienen prendido el televisor de forma frecuente.

¿Cómo influye la televisión en los niños?

El problema de mantener un televisor de fondo es que puede afectar negativamente las habilidades sociales y el rendimiento de los pequeños en la escuela debido a que influye en el control de los impulsos y en la capacidad que deben desarrollar para concentrarse, enfocarse y resolver sus tareas, debido a la dispersión continua de la atención.

El doctor Linebarger, quien dirigió la investigación cree que el problema “podría provenir de los efectos de sonido, de los cambios en el diálogo y del tono de la voz, que en conjunto captan constantemente la atención de un niño y hacen que su concentración oscile entre su tarea, el juego y la tele."

¿Cómo mitigar el efecto de la televisión en los niños?

Como resulta evidente que en esta época es prácticamente imposible mantener a los niños alejados de la televisión entonces lo que recomiendan los expertos es que las familias adopten estrategias que les permitan hacer un uso “inteligente” de este medio de comunicación, atendiendo recomendaciones como estas:

  • Analice cuidadosamente durante una semana cuál es el contenido y los personajes de los programas que ven regularmente sus hijos en la televisión y busque cómo se caracteriza a los héroes y a los personajes malos y cuál es el comportamiento que están exaltando para que sea imitado por los televidentes.
  • Dialoguen con sus hijos sobre lo bueno, lo malo y lo feo de estos personajes, incluyendo los dibujos animados, y destaquen los valores que coincidan con la ética y los principios que queremos que ellos conserven y sirvan de ejemplo para su desempeño en la vida social.
  • Un diálogo franco encaminado en este sentido ayuda a los niños a reconocer nuestros valores y, por tanto, les sirve para filtrar y distinguir los mensajes con los cuales son bombardeados a cada momento por los canales, que casi siempre anteponen sus intereses comerciales sobre aquellos que resulten más éticos y con mejores valores para la formación de los menores.

    No debemos olvidar que la televisión es ante todo un gran negocio que se mueve por la ley de la oferta y la demanda y también es un poderoso instrumento de comunicación controlado por cada Estado según sus propios intereses.

    La televisión en sí no es buena ni mala, sólo es un medio de comunicación e interacción que debemos enseñar a nuestros hijos a utilizar de manera correcta estableciendo horarios y ubicando programas que sean formativos y que no vayan a impactar los valores familiares.

    Lo que sugiere Linebarger es “ver televisión con un propósito" y apagarla cuando no se está manteniendo la atención en ella ya que esto puede significar “una diferencia en el desarrollo de su hijo".

Véase también:

Fuentes

  1. Universidad de Illinois http://urbanext.illinois.edu/familyworks_sp/values-04.html
  2. http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/news/fullstory_129853.html
  3. Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
  4. Deborah Linebarger, Ph.D., associate professor, college of education, University of Iowa, Iowa City; David Bickham, Ph.D., research scientist, Center on Media and Child Health, Boston Children's Hospital, and instructor, pediatrics, Harvard Medical School, Boston; November 2012

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