Se caracteriza por la aparición de lesiones de la piel que indican que la sangre se ha salido de los vasos sanguíneos hacia los tejidos que se encuentran alrededor, siendo el principal hallazgo un enrojecimiento color violeta o púrpura que no aclara ni desaparece al hacer presión sobre la zona afectada.
Las lesiones varían de tamaño, las más pequeñas como la cabeza de un alfiler son conocidas como petequias, mientras que las más grandes, de hasta dos o tres centímetros de diámetro, se conocen como equimosis.
En algunos casos, también pueden presentarse sangrado en las encías o las fosas nasales, hemorragia gastrointestinal o del tracto urinario, fiebre de intensidad variable e hipersensibilidad o dolor en las lesiones de piel.